Ciertamente con los nuevos cambios económicos globales, y la fuerte tormenta financiera que dejó la situación de COVID-19, la fabricación en China ha ido cayendo en expectativas a futuro. Los jovenes en China, cada vez quieren especializarse más,
estudiar, y por consiguiente conseguir mejores sueldos u oportunidades.
Los cambios tecnológicos como punto central en el día a día en Asia ha hecho que la gente esté mejor preparada, pero que los esfuerzos sean menores. Los jovenes en China estaban acostumbrados a ver a sus padres y abuelos, producir mercancías sencillas, en donde no se necesitara mucho conocimiento, sino agilidad mental y bastante destreza física y manual. Hoy en día ese tipo de destreza en muchas industrias ha sido intercambiada por máquinas. Los herederos de ese conocimiento no quieren hacer ese trabajo. Antes no había otras opciones, hoy si las hay.
En las últimas décadas el gigante asiático se ha encargado de crecer económica, social e industrialmente.
Ese crecimiento exponencial, ha hecho que de muchas maneras se consolide su poder y que en muchos países no exista otra opción más que comprar productos de China. Desde insumos básicos, hasta las mercancías más complejas.
Sin embargo la juventud del mundo (incluyendo la juventud en China) tienen una nueva pasión: -la tecnología-. Con cada vez más herramientas, aplicaciones, software industrial, redes sociales, canales de capacitación personal, mentores, y un gran número de etcéteras, los jovenes
han encontrado la manera de conseguir mejores formas de captar utilidades sin pertenecer a un nivel obrero al que pertenecían sus padres.
En China la industria se ve envuelta en un gran cambio generacional, en el que tiene que adaptar sus procesos, incluso de ventas, para poder llegar a los mercados a los que quiere llegar. Adaptarse y ofrecer mejores condiciones laborales, pero al mismo tiempo retener el talento que tanto le ha costado tener.
Y es cierto, China también ha recurrido al Offshoring, en muchas de las industrias que China ofrece, se ha apoyado de países como Vietnam, Taiwan, Pakistan, Tailandia, Indonesia, Filipinas, etc. Gracias a estos países puede ofrecer muchos insumos y mercancías que debido a su realidad actual ya no podría producir. Ha cambiado su dinámica productiva a un país completamente auto-globalizado, armador, ensamblador y exportador de infinitos bienes, que gracias a diseños europeos, japoneses y estadounidenses sigue vendiendo.
China es ahora un país intermediario, pero con un concepto intermediario de control absoluto, ya que su inversión internacional ha hecho que realmente dicho proceso funcione maquilando suficiente material, pero consolidando los proyectos de producción de una manera inigualable.
A China le apasiona tanto occidente, que poco a poco se ha convertido en un país muy occidental, que no es ni más ni menos un efecto de la gran globalización e intercambio cultural que ocurrió. Cada vez es más común ver en ese país a jovenes comiendo en McDonalds y comprando un café en Starbucks, y sobretodo queriendo usar ropa americana, mientras resuelven un proyecto logístico de contenedores en Shanghai.
La profesionalización de alta calidad en la fabricación ha llegado a China. Y los productos y mercancías de valor calificado que ofrecen, es una gran oportunidad para empresas en México y otros países para comercializar, comenzar un negocio, producir con tecnología de punta (hecha en China), cosechar productos agrícolas, mejorar procesos de manufactura y automatizar los negocios que tantos años le ha costado mejorar a nuestros países.
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